Hoy Padre, quiero darte gracias por estar aquí en el
Camino, por haberme sacado de mi casa. Y aquí,
lejos de mis bienes, de la
seguridad de ser alguien, expuesto a la
novedad de cada amanecer, de conocer
cada día nuevos compañeros de camino... quiero ofrecerte este trocito de
libertad, este camino andado sin prisas ni rutinas, el amanecer de cada día con
el cuerpo entregado y el espíritu hambriento, con ampollas en los pies y las
manos vacías, la mochila sin cerrar y
durmiendo en lugares diferentes que no me pertenecen. Cuando regrese a mi hogar
no me dejes olvidar que el hombre es lo que es en el Camino y no más.
Cada Camino es distinto, ni el tiempo en el que trancurre ni la persona en si son los mismos. Aún así, llegando o abandonando, la experiencia siempre es enriquecedora. El Camino tiene la virtud de romper todos los esquemas preconcebidos dándonos la vuelta y volviéndonos a recomponer. Si quieres ver como me ha marcado a mí, sólo tienes que clicar en cada pestaña, espero que el viaje te resulte tan enriquecedor como ha sido para mí. ¡Buen Camino!
"El Señor dijo a Abraham: Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré" Gn 12,1
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