Preetapa intensa. De nuevo, encontrarse con la realidad del Camino es, en cierta forma, un bofetón inesperado. Cuesta trabajo salir de la zona de confort y enfrentarse a una realidad que, aunque muy deseada, puesta en práctica genera una gran bola de vacío en el estómago. Todos los lujos y comodidades del día a día se reducen a lo que va dentro de una mochila, que por cuestiones prácticas no debe de pesar más del 10% de nuestro propio peso, por lo que los "por si acaso" deberían de quedar acotados a cero.
Realmente esta preetapa ha tenido una duración de dos días por temas de logística. Partimos ayer a mediodía de Málaga, destino Madrid, en interbus y desde allí a Tuy en un tren nocturno que se recorrió media Castilla y media Galicia durante toda la noche. En mi anteriores caminos, la llegada al punto de partida a pie fue en vehículo propio, en un tiempo aproximado de unas doce horas. Esta vez han sido vientiuna .
Si el trayecto en autobús ha sido agradable, no se podría decir lo mismo del tren, al que directamente bautizamos como "El Orient Exprés del infierno". Aquello chirriaba lo que no estaba escrito, lo que supuso un bucle constante de pensamiento de que íbamos a descarrilar. Para más inri, nos tocó un interventor que al ver un grupo de mujeres maduras viajando solas pensaría no sé qué pensamiento pecaminoso que cortamos en el momento en que le dijimos que éramos catequistas. No volvió a aparecer en el vagón el resto del trayecto. A las seis de la mañana ningún pasajero dormía ya en el vagón, hartos de tanto traqueteo y bromeábamos sobre la noche tan "terrorífica" que habíamos pasado. Locas por que el tren llegara ya a Vigo, otro peregrino viajero nos comentó que se bajaba en Guillarei, muy cerquita de Tuy y decidimos hacer lo mismo.
No eran todavía las nueve de la mañana cuando llegamos al albergue "Santo Domingo", en la C/Antero Rubín, a pie de camino. Esther, la hospitalera, nos dejó guardar el equipaje mientras nosotras nos fuimos a reponer fuerzas desayunando. Aprovechamos para visitar la catedral y sellar nuestras credenciales y, ya que estaban celebrando la eucaristía en una de las capillas, nos quedamos para participar.
De vuelta al albergue, nos quitamos el cansancio del viaje con una buena ducha reparadora y una mañana de descanso. Francamente, el albergue merece la pena cien por cien, tanto por la hospitalidad de Esther como por las instalaciones y servicios. Esto no es un albergue, es una preciosa y comodísima casa gallega en la que dan ganas de quedarse. Salimos a almorzar y a visitar un poco de Tuy antes de emprender nuestra peregrinación mañana. En mi primer camino, en 2013, no pude ver el paseo fluvial y esta vez sí ha sido posible, y es realmente muy bonito. Incluso cruzamos el Puente Internacional y pasamos a Portugal.. Llegamos hasta la fortaleza de ValenÇa do Minho pero no pudimos ver mucho porque está de reformas. Ya por la noche, hemos cenado en el albergue y compartimos conversación y cervezas con José Antonio y su hijo, dos peregrinos de los muchos que esperamos conocer a lo largo de los siguientes días.
Ahora mismo, Ana y yo somos la únicas que estamos en la sala, cada una con su diario y, curiosamente somos las dos únicas que hemos hecho el camino con anterioridad. El resto ya está descansando, preparándose para un viaje "inesperado" así que toca dejar de escribir e intentar descansar porque mañana nos espera nuestro sueño.
¿Qué no deparará mañana el Camino?¿Cómo será esa primera etapa? Hemos estado casi siete meses fantaseando con este sueño que hoy se está cumpliendo. Para dos terceras partes del grupo es su primer encuentro con el Camino, ¿sentirán su magia? Para Ana es su segunda vez y para mí, la cuarta, aunque los dos caminos anteriores se frustaron y no los andé con mis pies sino con el corazón. Espero que los sueños de todas nosotras se cumplan y que esta experiencia se quede guardada por siempre en el corazón.
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