Cada Camino es distinto, ni el tiempo en el que trancurre ni la persona en si son los mismos. Aún así, llegando o abandonando, la experiencia siempre es enriquecedora. El Camino tiene la virtud de romper todos los esquemas preconcebidos dándonos la vuelta y volviéndonos a recomponer. Si quieres ver como me ha marcado a mí, sólo tienes que clicar en cada pestaña, espero que el viaje te resulte tan enriquecedor como ha sido para mí. ¡Buen Camino!
"El Señor dijo a Abraham: Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré" Gn 12,1

domingo, 2 de julio de 2017

CAMINOS DEL CORAZÓN




Una vez escuché a un peregrino decir que hay tantos caminos como personas que lo recorren, cada una de ellas con una motivación, todas distintas, todas únicas pero con un mismo propósito de ponerse a andar.

Cuando me preguntan cuántos caminos he hecho, siempre freno mis labios ante la respuesta que surge de ellos: tres. Aunque en realidad solo uno, el primero, fue completado, a pie, con éxito.

Aquel camino marcó un antes y un después en mí. Desde entonces me considero peregrina y creo que así será hasta el fin de mis días. En él sólo pude atisbar un contenido mucho más profundo, un anticipo de una verdad absoluta sobre la necesidad del ser humano por transcender. Y quedé enganchada.

En mi segundo camino llevaba mi mochila interior con exceso de peso. Exceso marcado por un ansia viva de experimentar todo aquello que entreví en el anterior; y esa ansia pasó factura, y el camino se truncó recién empezado.  No hice caso a unos de los consejos básicos del peregrino: "Deja que el Camino te sorprenda".

Con la espina de la meta inconclusa, mi tercer camino tomó forma un año más tarde y, si bien, la ilusión era igual o mayor que la vez anterior, no dejé a la ansiedad formar parte de los preparativos. Sin embargo, la suerte o el destino tampoco dejaron esta vez que calzara mis botas. Un problema de salud familiar echó al traste todo el plan antes de empezar a caminar. Otros pasos hermanos emprendieron la ruta y mi corazón partió con ellos hasta Santiago.

De nuevo este año la suerte se me presenta un poco de lado. Mi corazón acompañará de nuevo a otros pasos, pasos amados, pasos de mis entrañas. Yo esperaré su vuelta en casa, pero mi corazón volverá a pisar parajes ya conocidos y abrazará al Apóstol henchido de gratitud.

Por todo esto creo que el Camino se hace de muchas maneras: a pie, a caballo, en bici, con mochila o sin ella, con motivación religiosa o espiritual, por deporte, por gusto o curiosidad…pero si no se hace con el corazón, si no dejamos que el Camino lo traspase, no sirve de nada. Da igual que andemos cien, doscientos, ochocientos kilómetros. Si al volver a casa, seguimos siendo los mismos que partimos unos días o meses atrás, si no hemos aprendido a ser mejores personas, habrá sido un camino en balde.

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