Cada Camino es distinto, ni el tiempo en el que trancurre ni la persona en si son los mismos. Aún así, llegando o abandonando, la experiencia siempre es enriquecedora. El Camino tiene la virtud de romper todos los esquemas preconcebidos dándonos la vuelta y volviéndonos a recomponer. Si quieres ver como me ha marcado a mí, sólo tienes que clicar en cada pestaña, espero que el viaje te resulte tan enriquecedor como ha sido para mí. ¡Buen Camino!
"El Señor dijo a Abraham: Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré" Gn 12,1

viernes, 21 de agosto de 2015

SEGUNDA ETAPA: Triascastela - Sarria, por San Xil (18km.)

Por San Xil


CRÓNICA DE LA ETAPA:

Segundo día de camino y fin de nuestro peregrinar a pie. Los cuerpos no consiguen recuperarse ni tras una ducha y una siesta.  Al contrario, las molestias digestivas van en aumento y ni siquiera la medicación merma el malestar; el dedo pulgar de mi pie derecho no parece dedo humano y no puedo ni calzarme la bota. Así que con todo el dolor de nuestro corazón y muchas lágrimas decidimos posponer esta singladura para más adelante y desde este mismo punto.

Y eso que el día comenzó con ganas.  La molestia del dedo era soportable y decidimos seguir por San Xil, para ahorrarnos esos seis kilómetros de más, o lo que es lo mismo, una hora y media a nuestro paso. Todavía me pregunto si la decisión fue correcta porque hemos tenido que subir un montón de tiempo entre corredoiras. El paisaje, precioso pero el cuerpo no quería responder al esfuerzo. Por Samos hubiera sido todo bajada suave, a pesar de los kilómetros extras.

Casi nunca hemos ido solos, nos cruzamos una y otra vez con el resto de peregrinos,  a veces uno solo, otras, dos o en grupo.  Hay mucho peregrino italiano y el ambiente es muy bueno. La temperatura ha bajado y el trayecto ha discurrido mayormente entre sol y sombras, lo cual es un alivio.

Los últimos kilómetros, los más duros. Por pista de tierra paralela a la carretera que lleva a Sarria y el sol de medio día haciéndose notar. Rematando la faena, para acceder al casco antiguo de Sarria, nos esperaba la Escalinata Mayor, que da paso a la calle del mismo nombre, donde se encuentran la mayor parte de los albergues. Y al final de la misma calle, el albergue, Casa Don Álvaro, casona antigua con mucho encanto, suelos hidráulicos y múltiples servicios. La primera planta está destinada a albergue y parece que los hospitaleros viven arriba. Al llegar nos atendió Mónica, la hospitalera, que nos enseñó las instalaciones: dormitorio (con dos literas y baño propio, ¡una extra!), cocina, cuarto de lavadoras y secadora, pila de lavar, comedor, patio (con un estanque para masaje de pies), una terraza-solarium y otra para tender la ropa,  y lo mejor, salón con chimenea donde nos invitaron a compartir al calor del fuego, chupitos de licores y experiencias peregrinas.

Siguiendo la rutina de cada día, nos duchamos, comimos y descansamos. Y llegó el momento de decidir qué hacer. Y la decisión ha sido volver a casa. Decisión dura y triste ya que el cincuenta por ciento del grupo puede seguir pero el otro cincuenta estamos para el arrastre. Y eso que sopesamos todas las alternativas, incluso la posibilidad de contratar el servicio de taxi-mochila para la etapa Palas de Rei-Arzúa.

Sin embargo, a veces, las cosas toman giros imprevistos.  Este camino, siendo andado físicamente por cuatro también lo era con el corazón por algunos más y a 900 km. de distancia. Y esos peregrinos del corazón nos aconsejaron no terminar aquí sino continuar hasta Santiago aunque fuera en coche, para poder abrazar al Apóstol en nombre de todos ("Si no podéis andar id en coche...Id a saludar al Santo. Esto es propio del Camino también"). Y les hicimos caso, y tras mucho buscar, encontramos alojamiento en Melide para poder terminar este camino... de un modo diferente.

Sarria

Vista de Sarria desde el mirador


REFLEXIÓN PERSONAL:

Teniendo en memoria la experiencia de otros peregrinos, nunca pensé que un dedo fuera el causante de mi imposibilidad de seguir caminando, tal vez una torcedura o una tendinitis... Aún con todo el pesimismo instalado en nuestro ánimo, las ganas de culminar con éxito esta singladura por esta ruta sigue presente para más adelante. Simplemente ha sido mala suerte.

Tal vez, si hubiéramos vuelto a casa sin más, la sensación de derrota hubiera sido mayor. Peeeeeero... yo siempre digo que los ángeles existen, y que no siempre están en el cielo; algunos se desmarcan y conviven con nosotros, en forma humana, y nos cuidan y nos animan cuando estamos en horas bajas. Tenemos la suerte de conocer a unos pocos y son un regalo que Dios nos hizo.





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