Tras dos años de espera, este diario vuelve a abrirse y, casualidades de la vida, lo hace exactamente en la misma fecha. Buenos augurios.
Mis mochilas vuelven a estar listas, la material más ligera que la vez anterior. La personal, se volvió a llenar en estos dos años de cosas innecesarias y hay que ir a soltarlas por los senderos para volver, de nuevo, a aligerar peso del alma.
Esta vez, la ruta es distinta aunque presiento igual de hermosa. Los pasos que me acompañan siguen siendo los mismos pasos amados, aún así, llevo conmigo la pena por otros pasos cercanos y compañeros que no han podido unirse a nosotros esta vez, pero a los que llevo conmigo a pesar de la distancia porque parte de su corazón va con nosotros.
Las ganas, mayores que la primera vez. Los nervios, más o menos; es inevitable el revoloteo de mariposas en mi interior pero la incertidumbre es distinta.
Ahora sí. Llegó el tiempo de soltar y de recoger; llegó el tiempo de pedir, de dar, de agradecer; llegó el tiempo de buscar y de encontrar; llegó el tiempo de hablar y de escuchar; llegó el tiempo del silencio y de dejarse hacer; llegó el tiempo de morir y de renacer. Estamos dispuestos, así que ¡ultreia!¡esuseia!
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